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Llanes, un rincón encantado en la costa oriental de Asturias, es una tierra de contrastes y maravillas naturales, donde el tiempo parece detenerse entre los ecos de su historia y la belleza desbordante de sus paisajes. Este concejo asturiano es un lugar donde cada piedra, cada ola y cada rincón cuenta una historia, uniendo el pasado y el presente en un abrazo eterno que enamora a quienes tienen la suerte de recorrer sus caminos.
Uno de los emblemas más representativos de Llanes es, sin duda, la obra de Agustín Ibarrola: los Cubos de la Memoria. Situados en el puerto de la villa, estos bloques de hormigón pintados se han convertido en un símbolo del Llanes moderno, una fusión de arte contemporáneo y tradición marinera. Ibarrola transformó lo que en su origen eran simples cubos de protección portuaria en un lienzo abierto al mar, donde cada cara de los bloques cuenta una historia, un pensamiento, o un guiño al arte abstracto. El colorido de los cubos contrasta con el azul del Cantábrico y el gris de las montañas, creando un paisaje urbano que invita a la reflexión y al disfrute visual. Estos cubos son un homenaje a la memoria colectiva de Llanes, recordándonos que el arte puede encontrarse en los lugares más inesperados y que la belleza puede surgir de lo cotidiano.
Llanes es también conocido como el "Hollywood del Norte" por la cantidad de producciones cinematográficas que han encontrado en sus paisajes un escenario perfecto. Desde dramas históricos hasta películas de aventuras, muchas producciones han elegido este rincón de Asturias por su autenticidad y belleza natural. Pasear por Llanes es, en cierto modo, caminar por un set de película. La playa de Toró, la iglesia de San Antolín o el propio casco antiguo de la villa han sido escenarios de rodaje que han dado vida a historias que han viajado más allá de nuestras fronteras. Para los cinéfilos, recorrer estos «lugares de película» es como sumergirse en el corazón de las tramas que han cautivado a miles de espectadores.
Uno de los secretos mejor guardados de Llanes es la península de Borizo, un lugar donde la naturaleza despliega todo su esplendor y ofrece uno de los atardeceres más espectaculares que se pueden contemplar en Asturias. El paseo hasta la península es una experiencia en sí misma, un recorrido por senderos bordeados de verde y flanqueados por el sonido del mar. Al llegar, la vista se abre al horizonte, donde el sol comienza a descender sobre el Cantábrico, tiñendo el cielo de tonos anaranjados, rosados y púrpuras. Pero el verdadero final inesperado llega cuando, en los momentos previos a que el sol se oculte completamente, la península revela su magia: el reflejo del sol sobre las aguas, los acantilados que se sumergen en el mar y la sensación de estar en el fin del mundo, en un lugar donde el tiempo se detiene.
Gulpiyuri es un capricho de la naturaleza, una playa que sorprende a quienes la descubren por su singularidad. Escondida entre verdes prados, a pocos metros del mar, esta pequeña playa interior es un monumento natural declarado y una de las joyas más preciadas de Llanes. Lo que la hace tan especial es que, aunque está situada tierra adentro, sus aguas provienen directamente del mar a través de una serie de grietas subterráneas en la roca caliza. Gulpiyuri es un rincón casi mágico, donde el agua salada forma una piscina natural rodeada de un entorno bucólico, un lugar perfecto para quienes buscan la paz y la belleza en su estado más puro.
Rales, un pequeño pueblo que en 2018 fue reconocido como pueblo ejemplar de Llanes, es un lugar donde la vida rural sigue latiendo con fuerza. Situado en un entorno natural privilegiado, Rales ha sabido conservar su arquitectura tradicional asturiana y su esencia campesina. Pasear por sus calles es como retroceder en el tiempo, entre casas de piedra con tejados de teja roja, hórreos que desafían el paso de los siglos y prados donde pastan tranquilamente las vacas. Rales no solo es un ejemplo de conservación del patrimonio, sino también de comunidad, donde los vecinos han trabajado juntos para mantener viva la tradición y el espíritu de este rincón de Llanes.
El concejo de Llanes es también tierra de quesos, un manjar que forma parte de la identidad gastronómica asturiana. Aquí, la tradición quesera se ha transmitido de generación en generación, adaptándose a los tiempos pero sin perder la esencia de lo auténtico. Quesos como el Gamonéu, el Cabrales o el Vidiago tienen su hogar en estas tierras, y recorrer Llanes a través de sus queserías es una experiencia para los sentidos. Las rutas del queso permiten a los visitantes descubrir el proceso de elaboración, desde la leche recién ordeñada hasta las cuevas donde se maduran los quesos. Además, estas rutas están salpicadas de paisajes impresionantes, donde se puede disfrutar del verdor de los prados, el azul del mar y el blanco de las montañas mientras se saborean los quesos más exquisitos.
El Mazuco, uno de los pueblos más altos de Llanes, es un balcón natural sobre el concejo. Desde aquí, las vistas son simplemente espectaculares, con el mar a un lado y la majestuosidad de los Picos de Europa al otro. Este pequeño pueblo es conocido por su historia y su resistencia durante la Guerra Civil, pero hoy en día es un lugar de paz y tranquilidad, donde la naturaleza es la verdadera protagonista. Los senderos que parten de El Mazuco son perfectos para los amantes del senderismo, ofreciendo rutas que se adentran en la sierra del Cuera y permiten descubrir paisajes de una belleza sobrecogedora.
Porrúa es otro de los pueblos de Llanes que merece una visita detenida. Galardonado con el Premio Príncipe de Asturias y reconocido como Pueblo Cultural de Europa, Porrúa es un ejemplo de cómo la cultura y la tradición pueden ser motores de desarrollo rural. Su museo etnográfico, uno de los más importantes de Asturias, ofrece una visión fascinante de la vida tradicional en la comarca, mostrando cómo se vivía, trabajaba y celebraba en tiempos pasados. Además, Porrúa es un pueblo que vibra con la cultura, organizando a lo largo del año numerosos eventos que atraen a visitantes de toda la región.
El Bao de Niembru, con su Puerto Turquesa, es un rincón de Llanes que parece sacado de una postal. Este paraje, donde el mar se encuentra con la tierra en un abrazo suave y cristalino, es uno de los lugares más fotogénicos de toda Asturias. Aquí, las barcas de pescadores descansan sobre las aguas tranquilas, reflejando sus colores en un espejo turquesa que contrasta con el verde de los prados circundantes. El Puerto Turquesa es un lugar que invita a la contemplación, un espacio donde el tiempo se ralentiza y la naturaleza se muestra en todo su esplendor.
Llanes es mucho más que un destino turístico; es un lugar donde cada rincón guarda una historia, donde la naturaleza se expresa en su forma más pura y donde la cultura y la tradición se viven día a día. Desde sus playas escondidas hasta sus pueblos ejemplares, Llanes ofrece una experiencia única a quienes buscan conectar con la esencia de Asturias. Ya sea a través del arte en los Cubos de Ibarrola, de la magia de Gulpiyuri o de la historia viva de sus pueblos, Llanes es un destino que deja una huella imborrable en el corazón de quienes lo visitan.
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