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Onís, enclavado en el corazón del Parque Nacional de los Picos de Europa, es un rincón de Asturias que parece haber sido esculpido por la misma naturaleza que lo rodea. Su territorio, dominado por una altitud imponente y paisajes de una belleza sobrecogedora, es un verdadero testimonio del esplendor de la región. Aquí, la naturaleza y la cultura se entrelazan en una danza armoniosa que invita a los visitantes a explorar un lugar donde el tiempo parece haberse detenido.
En el corazón de Onís, el queso Gamonéu se erige como uno de los pilares de la identidad local y un auténtico tesoro gastronómico de los Picos de Europa. Este queso, cuya elaboración sigue métodos tradicionales que se han transmitido a lo largo de generaciones, es un reflejo de la rica herencia agrícola y ganadera de la región. Su singularidad radica en el uso de leche de vaca, oveja o cabra, mezclada en proporciones que varían según la variedad del queso, y en la curación en cuevas naturales de las montañas, lo que confiere al Gamonéu su sabor distintivo y su textura característica.
Cada año, el queso Gamonéu recibe el reconocimiento que merece en un festival dedicado exclusivamente a este manjar. Celebrado a finales de octubre en Benia, la pintoresca capital de Onís, el festival atrae a gourmets, aficionados a la gastronomía y curiosos de toda España. El evento no solo sirve como una plataforma para degustar el queso en sus distintas variedades, sino que también se convierte en un vibrante homenaje a la tradición y el arte de la producción quesera que ha sido parte integral de la vida en Onís.
Durante el festival, los visitantes tienen la oportunidad de sumergirse en la cultura local a través de una serie de actividades y exhibiciones. Desde talleres sobre el proceso de elaboración del queso hasta degustaciones guiadas que permiten apreciar las sutilezas del Gamonéu, el evento ofrece una experiencia completa que celebra no solo el producto, sino también el estilo de vida y la pasión de quienes lo producen. Además, el festival suele estar acompañado de música tradicional, danzas y una feria de productos locales, lo que crea una atmósfera festiva que realza aún más la conexión entre la gastronomía y la cultura regional.
El queso Gamonéu, por tanto, no es solo un manjar delicioso, sino también un símbolo de la rica historia agrícola de Onís. Su celebración anual en el festival sirve como un recordatorio de la importancia de preservar las tradiciones y técnicas que han sido fundamentales para el desarrollo cultural y económico de la región. En cada bocado de Gamonéu se puede sentir la esencia de las montañas y el esfuerzo de aquellos que han dedicado su vida a mantener viva esta tradición culinaria.
El paisaje de Onís es un mosaico de maravillas naturales que van desde la mole de piedra caliza del Cornión hasta las majadas encantadas como la de Belbín. La Cuevona de Avín, con su cueva natural, transporta a los visitantes a la era glaciar, mientras que la cueva La Peruyal revela formaciones geológicas de una belleza inigualable. En este entorno de ensueño, las áreas recreativas como el Llano Miyar y el Tudilli ofrecen espacios para descansar y disfrutar de la majestuosidad del paisaje, con vistas panorámicas de los Picos de Europa y el río Gueña.
Onís es un festín para los sentidos no solo por sus paisajes naturales y su gastronomía, sino también por su riqueza arquitectónica, que ofrece una visión profunda de la historia y la cultura de la región. En el valle del río Güeña, la arquitectura asturiana se manifiesta en su forma más auténtica, revelando la evolución de las construcciones a lo largo de los siglos y su íntima conexión con el entorno natural.
En Benia, la capital del municipio, la iglesia gótica de Santa Eulalia se alza como un ejemplo destacado del patrimonio religioso de Onís. Su estructura medieval, con arcos apuntados y detalles escultóricos, no solo es un lugar de culto, sino también un testimonio de la habilidad y el arte de los artesanos de épocas pasadas. A su alrededor, una serie de casonas históricas de piedra, con balcones de madera y tejados a dos aguas, narran la historia de una región que ha sabido conservar su esencia a lo largo del tiempo. Cada casa tiene su propia historia, con elementos arquitectónicos que reflejan las tradiciones y el estilo de vida de sus antiguos habitantes.
En Villar, el encanto del pasado se preserva en las casonas con corredores tradicionales. Estos edificios, con sus amplias galerías cubiertas y balcones de madera, son el reflejo de una arquitectura que se adapta al clima y al paisaje montañés. Las construcciones de Villar revelan un estilo de vida en armonía con la naturaleza, donde la funcionalidad y la estética se combinan para crear espacios acogedores y duraderos.
En Sirviella, la imponente torre medieval del siglo XVI domina el paisaje, evocando épocas pasadas de poder y fortaleza. Esta torre, con sus muros de piedra gruesa y ventanas estrechas, no solo servía como defensa, sino también como símbolo de la autoridad y el estatus de sus propietarios. Su presencia en el paisaje montañoso es un recordatorio tangible de los tiempos en que la región estaba marcada por conflictos y luchas por el control territorial.
Talaveru, por su parte, completa el panorama arquitectónico de Onís con sus magníficas casonas de los siglos XVII y XIX. Estas edificaciones, con fachadas elegantes y detalles ornamentales, representan el auge de la riqueza y la prosperidad en la región. Las casonas de Talaveru no solo ofrecen una visión de la arquitectura de época, sino que también cuentan historias de familias influyentes y su impacto en la historia local.
La arquitectura de Onís ofrece una experiencia inmersiva en la historia y la cultura de la región. Cada edificio y cada estructura son testigos de un pasado rico y variado, donde la tradición y la modernidad se entrelazan para crear un patrimonio que sigue vivo y relevante en el presente.
Las aldeas de Bobia de Abajo y Bobia de Arriba, Demués, y Gamonéu son el corazón palpitante de la vida rural en Onís. Situadas a los pies del majestuoso macizo del Cornión, estas aldeas ofrecen un respiro tranquilo, alejadas de las multitudes que a menudo invaden otras partes del Parque Nacional. Aquí, la vida transcurre a un ritmo apacible, preservando la autenticidad de la arquitectura y las costumbres locales.
Un viaje por Onís no está completo sin una visita al Centro de Interpretación de la Fauna Glacial en Avín, un auténtico viaje en el tiempo que revela los secretos del mundo prehistórico. La Cuevona, una majestuosa cueva natural que es una de las principales atracciones del centro, sirve como escenario para una inmersiva experiencia educativa. Este lugar alberga un museo dedicado a la fauna glacial, con una colección impresionante que incluye réplicas detalladas de animales que habitaron la región durante la última glaciación. Entre estos, el esqueleto completo de rinoceronte lanudo destaca como una de las piezas más notables, proporcionando una visión tangible de los gigantes que una vez vagaron por estas tierras. La combinación de la arquitectura natural de la Cuevona y las exposiciones del centro permite a los visitantes conectar de manera única con un pasado remoto, fusionando la geología, la paleontología y la historia en una experiencia educativa y evocadora.
Finalmente, no se puede pasar por alto la serenidad de los prados y ermitas de La Robellada y El Pedrosu, ubicados en la salida del concejo hacia Cabrales. Este rincón tranquilo de Onís ofrece un paisaje apacible, salpicado de verdes praderas donde el ganado pasta libremente. Las ermitas dispersas en la zona, con su arquitectura sencilla y espiritual, añaden un toque de reverencia y calma al entorno. Desde aquí, los visitantes pueden disfrutar de vistas panorámicas del valle del río Güeña y de los majestuosos Picos de Europa, donde la inmensidad de las montañas se combina con la suavidad de los prados. En este rincón apartado de Onís, el ritmo de la vida se ralentiza, invitando a los viajeros a relajarse y absorber la belleza tranquila del paisaje, mientras contemplan el contraste entre la grandiosidad de las montañas y la calma pastoral de los prados.
Onís, con su riqueza natural, cultural y arquitectónica, es un destino que cautiva a quienes buscan explorar el auténtico Oriente de Asturias. En este rincón elevado, la historia, la gastronomía y la belleza natural se entrelazan para ofrecer una experiencia inolvidable.